Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

miércoles, 15 de agosto de 2012

Boca chancla

Lo dijo Aristóteles: “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”, y mi abuela Catalina –que sabía de la vida- lo adaptó a su filosofía existencial con una pregunta retórica a la que, en modo, Juan Palomo Yo me lo guiso y yo me lo como, ella misma (tan independiente como desconfiada) respondía: “¿Me lo callarás amigo? Mejor lo callarás si no te lo digo”.

Yo tenía 8 años cuando murió el último de mis abuelos, mi abuela Ángeles. Los recuerdos que conservo de ellos se diluyen en un tiempo de visitas al pueblo, olor a chimenea, agua de aljibe, matanzas y rosa de azafrán. Por suerte, sus hijos conservaron su memoria, y ellos transmitieron dichos y hechos que esbozaban la figura de aquellos que yo conocí  ya ancianos y gastados por la vida.

Poco pude aprender de mis abuelos. Y desde luego mi abuela Catalina, la que cantaba y tocaba la guitarra en las noches de invierno, bromeaba, y era famosa por su olímpica rapidez  recorriendo las calles del pueblo con alpargatas sin cámara de aire me habría dado un tirón de orejas en más de una ocasión por bocazas.

Porque soy una boca chancla, que no es lo mismo que ser cotilla. Eso no. Guardo secretos propios y ajenos, con la misma seriedad que si formase parte de la mafia y romper mi silencio supusiera un pasaje a la tumba. Pero discreta con la privacidad propia y ajena, soy una metepatas en más de una ocasión, porque disparo frases sin pensar en el contexto.

A veces, como hoy, no pasa nada. Todo queda en casa.

 Escena:
Amiga del alma en mi dormitorio. En la cama yo, con un vestido del que previamente le he pedido opinión por si se ceñía peligrosamente y ella había aprobado. Mi postura era rara, lo admito. Estaba girada, con las piernas dobladas en posición fetal, mientras intentaba abrochar las sandalias. Sexy no sé. Porno casi seguro, porque el vestido decidió subirse medio muslo. Pero lo mejor fue mi respuesta a la pregunta de mi amiga:

-¿Te ayudo?

Porque respondí,  girando la cabeza como Elsa Pataky en las sesiones de fotos, que sí y añadí:

-A ver si puedes encontrar el agujero.

Nos miramos y saltaron las risas, zafias quizás, pero no precisamente enlatadas jajajaja ja.

Son episodios que se quedan en la intimidad, como el dialogo de ayer, al volver de un viaje relámpago a la tierra mía. Mi amiga se lamentaba de la gris rutina de su vida y citó al personaje de una ex actriz que interpreta Antonia San Juan en una serie de televisión  y que proclama como el momento culminante de su vida aquel en que Fernando Esteso le chupó una teta.

No me preguntéis qué asociación de ideas hice, pues lo desconozco, pero mi boca se abrió y soltó:

-Amiga mía, te quiero mucho y estás buenísima, pero no esperes de mí que imite a Esteso para dar color a tu vida. Mi amor por ti no es carnal, en absoluto,  y lo sabes.

Carcajearte cuando tienes un chicle en la boca no es bueno. Mi amiga lo comprobó en el momento en que se lo tragó, espero que junto con la melancolía que la  embargaba.

Podría citar una larga lista de meteduras de pata bucales. Lo que no sé si alguna vez podré transformar esta boca chancha mía en boca bota, elegantemente cerrada y altiva. Me temo que no. Hoy lancé al mundo otra de mis lindezas cuando, en la panadería, recordé comprar huevos.

-¿Grandes o medianos?
-Medianos, que son los que ponen las gallinas jóvenes y dicen que son mejores.
-¿??????
-Lo leí en el Quo o en el Muy Interesante  -era mentira, lo escuché en un programa de cocina de televisión, pero no quería parecer tan Maru.
-¿??????
-Fíjate, con mi edad –¿QUÉ A QUIÉN LE IMPORTA?- si yo fuese gallina sería ponedora de huevos grandes.

Gran verdad dije, pues está comprobado que, en más de una ocasión, donde pongo la frase pongo el huevo jajaja ja.

Como muestra final ahí va… Hace apenas unos minutos han llamado al telefonillo. Pensé que era mi hijo que venía a comer. Amablemente, sin preguntar quién era, mi voz con vida propia se deslizó  hasta la calle:

-Sube cariño –y abrí la puerta.

Pero sucedió que sonó el teléfono y… ¡¡¡ Sorpresa ¡!! Mi hijo anunciaba que venía para casa.

Entonces… ¿A quién había invitado yo tan afectuosamente? Miro hacia la puerta y cruzo los dedos, confiando permanecer, por esta vez,  en un confortable anonimato.








4 comentarios:

  1. Mira que me encanta las frases de tu família, jajaja!!!!
    Me imagino las escenas y me parto, porque en más de una ocasión he presenciado esos lios dialécticos provocando una explosión de risas. Ya os vale...
    Un abrazo, amiga.

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  2. Mañana más, Ana. Ya sabes que juntas el efecto bola de nieve está garantizado. ¡Viva la Chafia!

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  3. Ah, pues no tenía ni idea de eso de los huevos... y eso que a veces soy yo el encargado de recogerlos del gallinero de mi padre. Me fijaré de aquí en adelante, jajajajajaj.
    Tu humor es una bendición, Angelaza.
    Besos sureños

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  4. Ja.ja, tranquila, algún defectillo hay que tener. Eres muy divertida y eso es un don. Sigue así de bien, linda.

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