Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

jueves, 20 de febrero de 2014

Reflejos

Podría ser yo…

Los ojos la delataban tocada y herida al borde del hundimiento en el mar de la vida. Exponía en frases cortas y tímidas su situación familiar, como si pidiese disculpas por haber fracasado en el desempeño del papel que hace tiempo el  guión del destino le otorgó.

El cuerpo frágil temblaba por falta de abrazos, en la piel se leía desencanto y soledad, y las manos se movían  desorientadas.

La mujer que se sentaba ante mi mesa, y a la que intentaba persuadir que no era una molestia ni para mí ni para el mundo, podría haber sido yo, la eterna buscadora de lianas, que hoy le tendía la mano.




martes, 4 de febrero de 2014

Personal Big Bang (porque todo cambia para seguir existiendo)

Durante un tiempo había bastado con escribir pequeños fragmentos que colgaban, como pájaros en cables eléctricos, en un universo, real e irreal a la vez, amalgamado con letras e impulsos electromagnéticos. Era reconfortante desahogar el día a día de una vida común en unos textos que, en la pantalla, la reflejaban más divertida e interesante. Pero un día no fue suficiente.


Él había sido la voz compañera con la que tantas noches esquivó a la soledad. Ambos movían las piezas en su lado del tablero, no para  ganar la partida al otro,  sino a la realidad que arañaba sus vidas. Pero un día, la música compartida en la imaginación y las confidencias sesgadas, no fueron suficientes.


El día en el que todo cambió llegó inesperado, sin razones aparentes; fue desplazando espejismos e instalando certezas y, aunque en la superficie nada lo reflejó, todo fue distinto. Sopló el viento de un adiós tibio y agradecido que alejó las rutinas que habían sido las lianas de Jane. Llegó un hola ilusionado por vivir sin anclajes ajenos, y la precariedad del camino sin brújula fue sustituida por un refugio cimentado en las propias necesidades y deseos.


Y, al igual que Robinson, sobrevivió en su isla, Jane aprendió a habitar su vida.