Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

lunes, 12 de noviembre de 2012

(Mi) Ley innata de la existencia


Todos juzgamos. Reconozcámoslo o no, desempolvamos fácilmente la toga y empuñamos la maza justiciera. Algunos como Charles Bronson proclaman  al mundo eso de “Yo soy la Justicia”, y otros a lo Steven Segal desean un mundo exclusivamente regido “Con su propia ley”.

La mayoría creemos saber qué está bien o mal en la conducta ajena. La propia es un territorio vedado, un lugar secreto que miramos de reojo y que se rige por un código especial al que continuamente añadimos letra pequeña matizando nuestros porqués.

Recuerdo que mi padre, en largas tardes de centro comercial si hacía frío o parques llegado el buen tiempo, comentaba: “¡Cuántas gentes y ninguna cara igual!”. Es cierto, compartimos un diseño básico, pero los complementos son distintos. Somos únicos. Y a todos no nos gusta el marisco, la cerveza e incluso (¡¡¡¿cómo es posible y en un hijo mío?!!!) hay quien rechaza el chocolate. ¿Cómo entonces pretendo meterme en tu piel, tus vísceras o tu cabeza?

Individualista feroz (¡qué bien suena!), creo en unas normas de conducta que respeten la libertad ajena y enmarquen un territorio privado. Ahí estoy yo, con mis circunstancias, mi amasijo de miedos y sueños, y decreto una única ley marco que es sentirme lo mejor posible con la vida que tengo. 


3 comentarios:

  1. Una reflexión que agranda conforme acaba, y en tan poco espacio dejas escrita una gran verdad.
    Un final feroz!!!
    Besossss

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  2. No, si al final vas a ser una anarquista como yo: respeta mi libertad y yo respetaré la tuya (¿verdad?). Sería idea que todo el mundo supiera comportarse libremente sin causar molestias al resto...

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  3. Amiga mía, yo adoro el chocolate. Mientras no nos juzguemos compartiré mi caja roja de Nestlé.
    Un abrazo balsámico.

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