Una vez más me tienta teclear en la pantalla una idea más o menos fugaz, una reflexión a menudo poco meditada, una frase al hilo de la cual lanzar al mundo mi discurso interno. ¿Es eso escribir?
Yo busco en la literatura historias que emocionen, personajes que sienta reales, sentimientos que, por afinidad, bien podrían solaparse a los míos.
Cuando era una niña las historias brotaban acompañándome. Podía pasear una tarde de primavera mordisqueando el trigo verde y narrarme un cuento de campesinas valientes, princesas rebeldes, héroes intrepidos… A los trece años escribí una novela llenando con letra picuda tres cuadernos donde relataba las andanzas de unos personajes, que yo cree y que me acompañaban en todo momento.
Siempre se ha dicho que no puedes escribir sobre experiencias que no has vivido. Durante el paso de la adolescencia a la juventud me decidí a vivir sin preocuparme de buscar historias. ¿Acaso no era bastante apasionante la vida en sí? Me sumergí de lleno en lo que llamamos existencia: amores, matrimonio, hijos, trabajo, otra ciudad, miedos, decepciones, rutinas, pérdidas, reencuentros… Un día volvió el deseo de contar y una palabra enlazó con otra. Llegaron las historias, pequeñas instantáneas del día a día, brotaron los pensamientos íntimos que solo a la pantalla me atrevía a confiar, surgieron personajes que susurraban su historia...
Me embriagué de letras, y me sentí feliz en aquel mundo controlado donde las heridas ya ni siquiera rezumaban tinta. Aquellas historias me ayudaban a continuar escribiendo mi propia narración.
Sin embargo, hoy frente a la pantalla siento que la voz de esta narradora ha olvidado su objetivo que era crear historias y, enmudeciendo la ficción, se deja oír demasiadas veces.
No quiero perder de vista a Jane, superviviente en la selva, esquivando incansable las arenas movedizas del conformismo. Pero tampoco quiero renunciar a la fantasía en sí, al juego de imaginar, a la inventiva, a las voces de personajes nacidos para que otros los hagan suyos. Y, en esta mañana fría y transparente de febrero, me pregunto si aún puedo, si aún sé hacerlo como entonces cuando el bolígrafo vestía de azul las hojas cuadriculadas de un bloc.
Los personajes esperan, descansan, pero no se van. Mientras tú alzas tu voz ellos aguardan cautelosos. Llegado su momento brotaran, saldrán de esa mente privilegiada a la pantalla o al papel. Yo también espero conocerles algún día, porque sé que están ahí.
ResponderEliminarUn abrazo, querida Jane.
Están y siguen contando su historia.
EliminarLos pobres han tenido la mala suerte de dar con la presidenta del club de los juntaletras vagos, pero como no dejan de darme codazos tendré que hacerles caso.
Besos amiga mía.
Jane, hay momentos para todo. Hoy nos deleitas con tu sentir, para hacernos partícipes de tu estado de ánimo y eso también es escribir.
ResponderEliminarNo hacen falta personajes ajenos, hoy el personaje eres tú.
Un abrazote
Gracias por esas palabras de ánimo, Clara.
EliminarComo bien dices, hay momentos. A veces los personajes y las historias que protagonizan surgen con facilidad y se dejan atrapar en las palabras, otras se muestran esquivos, pero... si están ahí, sin duda, saldrán en algún momento.
Abrazos.
Bueno, puedes hacer lo que quieras, inventar historias, personajes, describir situaciones, sueños, temores... todo lo harás bien porque eres (antes que una buena escritoria)un persona sensible y soñadora.
ResponderEliminarTodavía me acuerdo de "Atrapados" y me quedé con las ganas de seguir leyendo a la de los tacones rojos con el del super... y esa novela policiaca, asesinatos... amores... cuernos... jajajajaja qué divertido es esto de inventar ¿eh?, pero ten cuidado que luego los personajes se apoderan de tí...
Besos literarios querida escritora.
Jajaja ¡Qué buena memoria tiene mi querida sureña! Me has hecho recordar a Rebeca la de los tacones rojos y su historia de amor en Rosa Rosae, al policia murciano destinado en la verde Asturias y tantos otros...
EliminarVolveran, Maite, están ahí, solo que duermen bajo las aguas de esta calma chicha que últimamente me envuelve.
Amiga Ángela, todos los personajes están en ti, y la dirección que han de tomar, depende de cuántas ganas tengas de jugar con ellos, de darlos a conocer. Ánimo!! Espero, próximamente, encontrar algunos de ellos por letra de Jane.
ResponderEliminarPD: yo también paso por momentos flojos en la escritura, aunque no así en las vivencias.
Bessssoooossss
Ah!! Y me he acordado mucho ultimamente de aquella lectura de mano que me hiciste en Madrid. Me dijiste que encontraría a la mujer de mis sueños y que sería muy feliz. Estoy seguro de haberla encontrado.
EliminarMuchos abrazos, Angelaza!!
¡Cómo me alegra saberte tan feliz, chico del sur!
ResponderEliminarYa ves que, si no me gano la vida con las letras, puedo dedicarme a la quiromancia (te dije que acertaba bastante jajajaja).
Sigue viviendo y acumulando esas sensaciones hermosas que tan bien sabes transmitir a los que llegamos a tu "carretera secundaria".
Abrazos.
Joder! ¿y mi mensaje? ya están las brujas de bloguer haciendo de las suyas. Pues nada que te decía que puedes contar lo que te plazca, sean relatos, poemas o reflexiones que aquí estaré yo para leerte. Pero me quedó mucho más bonito la primera vez.
ResponderEliminarY si te metes a bruja de dejaré ver mi mano, a ver que me dices de esos caminos que la recorren...
Leere tu mano como leo tus letras y, como en ambas estás, serán unas líneas hermosas en las que late la vida.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y estar ahí mi querida tocaya y compañera de letras.
Besos.
Yo pienso que escribir es como una picadura de un mosquito que no tiene cura. Desde el día que llega te invade el veneno y sólo adquieres consuelo haciendo que las letras salgan de ti. Un beso.
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