Estoy atrapada. No es ninguna broma. Es imposible salir de casa: la moderna cerradura se niega a funcionar como es debido y aquí estoy, con sudores claustrofóbicos, en esta mañana de caluroso verano.
Realmente salir hoy o no me
preocupa poco, lo que me altera es la impotencia. Domingo de julio, todas las
personas a las que podría llamar pidiendo ayuda están en la playa, en el campo
o de vacaciones. En estos momentos tomo conciencia de mi absoluta soledad en
este lugar. No tengo un familiar cerca al que llamar. El único que comparte
censo y techo conmigo aún duerme la
fiesta de anoche con la felicidad de los veinte años y la tranquilidad de los
exámenes hechos.
Podría ser peor. Tenemos agua,
alimentos, libros, televisión, la play (él)… y como es domingo (santo día de
descanso) no hay que ir a trabajar (yo). Sin embargo la sensación de impotencia
le pone la zancadilla a la razón, me invade la desolación y una tristeza
ambigua penetra en los poros del alma.
Domingo. Verano. Encierro. ¡Es
tan familiar sentirse al margen una vez más que debería darme igual! Pero la
perdida de libertad (aunque sea transitoria) muerde y me aúlla feroz el corazón
acelerado.
¡¡¡¡ QUE ALGUIEN ME SAQUE DE
AQUÍ !!!!
NOTA: Soy una Marinervios además de Maripupas. No había pasado ni una hora cuando Las Rescatadoras Myriam y Mini (y eso que es pequeñita y no un san bernardo), estaban bajo el balcón cual romeas esperando las llaves. Desbloqueo de cerradura (en esta casa se bloquea todo últimamente) y libertad celebrada con café sabor a chocolate (ya hay cápsulas de esas y, por supuesto, Marichocolatera compró).
Gracias.
...tal vez la distancia no sea la solución para estos casos, pero una fuerte imaginación es posible que ayude...cierro los ojos...los aprieto...y...zas!!!...conseguiremos abrirla...lo cierto es que nunca estaras sola...
ResponderEliminarGracias Anónimo (?). Vinieron las rescatadoras, y como he prometido contarlo no añado más.
EliminarBesos.
Jajajajajaj marinervios jajajaja me parto...
ResponderEliminarBueno yo sabía que era cuestión de minutos que te abrieran la puerta. Aunque pensándolo bien deberías haber llamado a algún hombre, alto, fuerte... que la tire abajo y después te bese mostrando su espada (no seas mal pensada, me refiero a la de acero) jajajajaj y ¡salvada! o tal vez no...
Besos!
Me salvaron dos rescatadoras maravillosas.
EliminarLo cierto es que parece una tontería (lo es), pero me agobié un montón, sobre todo porque todos mis amigos (creía que la rescatadora también) estaban fuera y me esperaba un domingo de encierro en el más puro sentido de la palabra.
¡Ay sureña si es que estoy gafá últimamente! Ni te imaginas cuanto.
Besos.
Yo rogando para que entrara el nuevo mes y escapar de mis gafes primaverales, y tú querida mía vas y me tomas el relevo, no hay manera... así no se puede.
ResponderEliminarBien por esas rescatadoras y ya sabes... yo por ese nuevo café, me hago los km que hagan falta.
Un fuerte abrazo, a ver si apretando sale el gafe que haya dentro.
Ya sabes la respuesta...
EliminarGafada pero aún contenta.
Besos.
Hija, y llamar a un cerrajero? Anda que... En estos casos, tú encerrada y escribiendo esto en tu blog! ¿Marinervios? Mariblogs!!!
ResponderEliminarMi querida Analogías en Jumilla no hay cerrajeros los domingos, ni bomberos, ni ná...
Eliminar¿Por qué te crees que hay tanto vino? Para beber y olvidar que ahí otros mundos, y en esté no están jajaja.
Besos.
Una divertida crónica dominical, siguiéndole la estela a tus crónicas murcianas. Es fantástico como nos cuentas episodios del trajín cotidiano de esta existencia tan prosaica que nos ha tocado vivir. Conviertes los elementos melodramáticos en divertidos y ocurrentes, dotándolos de luz y color, inventando nuevas palabras. Alquimia prodigiosa en tu linda cabecita. Como siempre, un placer leerte. Bssssss
ResponderEliminarGracias Funámbulus.
EliminarLa vida es una gran fabuladora. Solo hay que escucharla.
Besos.