Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

lunes, 1 de abril de 2013

Mateo


El texto que aparece a continuación, pertenece a una novela corta inacabada que, provisionalmente, titulé “Andantes”. La narración se sitúa en la España del siglo de Oro y  sus personajes son la gente que no apareció nunca en los libros de historia: labradores, mendigos, venteros…

Aquí Mateo, un músico trotamundos, cuenta su historia.


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Buscaron un rincón apartado y la voz suave de Mateo comenzó a narrar.

Nací en Corella, Navarra, segundo hijo de una familia perteneciente a la pequeña nobleza. Yo no quería seguir ni la carrera eclesiástica ni la de las armas, por lo que mi padre me mandó a estudiar a la villa de Alcalá de Henares. Vivía allí un tío, y se acordó que me alojase en su casa. Mi tío Enrique que era viudo y sin hijos me acogió con cariño, visiblemente complacido con mi compañía. Mantenía negocios mi tío con un buen hombre de la localidad,  Rodrigo Núñez, y frecuentaba su casa; pronto esa familiaridad se extendió a mí y así  conocí  a  su hija Elvira.

¿Qué decirte de Elvira? Podría describirte el color de su pelo o de sus ojos, pero bastará con que te diga que era una muchacha hermosa, dulce, buena y honrada. Simpatizamos y, tanto mi tío como su padre, no se opusieron a aquel cortejo discreto cuyo fin no podía ser otro que el matrimonio.

Mi vida tenía trazada su línea. Al término de mis  estudios  buscaría una colocación en la Corte, y Elvira y yo nos casaríamos. Mi tío me había nombrado su heredero, y mi esposa aportaría una dote generosa al matrimonio.

No me gusta pensar que las cosas pudieron ser de otra forma, cuando ya han sucedido. Los años me han enseñado que la vida sorprende a cada paso, y la mía fue totalmente diferente a la que yo preveía.

Criado en un pequeño pueblo navarro, lejos de la Corte y de distracciones mundanas, yo nunca fui hombre de tabernas ni de bullicios. Aprendí a leer, junto a mi hermano y otros vecinos, con los monjes de un monasterio cercano a mi casa. Mis lecturas fueron los libros piadosos y, más tarde, los libros de leyes.

En Alcalá había entablado amistad con un extremeño alegre amante del teatro que escribía sonetos. Comencé a frecuentar, junto a él, los corrales de comedias y tabernas donde los poetas declamaban, enardecidos por el vino  y la pasión, sus creaciones. Descubrí la magia del teatro, amiga mía, conocí e, inevitablemente, me enamoré de Manuela Castro.

Tal vez un hombre con más experiencia hubiese sido inmune a sus encantos. Yo, joven e inexperto, caí preso en las redes del hechizo que emanaba de ella igual que el perfume emana de las flores. No solo era la mujer más hermosa que jamás había visto, también era ingeniosa y vivaz. La imagen de su rostro enmarcado por unos rizos dorados y unos grandes ojos castaños me persiguió durante mucho tiempo, tanto en sueños felices como en oscuras pesadillas.

Manuela era una actriz que debía su fama más  a su hermosura que a su talento. La vida le había enseñado a utilizar sus armas y sabía rendir a los hombres con miradas y sonrisas. Yo fui su esclavo desde el momento en que la conocí. Quiero creer que ella también me quiso, pues consintió en casarse conmigo aún a sabiendas que solo era un estudiante y mi bolsa dependía de la buena voluntad de mi familia.

Aquella boda fue motivo de deshonra para los míos y de dolor para mí. Mi tío, abochornado ante su amigo, me repudió. Deje estudios y busqué colocación; pero sin recursos y sin relaciones, poco podía esperar en el avispero de la Corte.

Apagado el fuego de los primeros meses, comprendí que mi mujer no era la dama gentil y virtuosa que yo había idealizado y pronto nuestro matrimonio solo era un documento sin valor para ella y un yugo para mí. Manuela necesitaba halagos, joyas, atenciones y, sobre todo, la admiración de los hombres. Yo no quise ser el marido consentidor, pero tampoco tuve valor para lavar con sangre mi honor. Abandoné Alcalá, a la que era mi esposa y el país enrolándome, uno de tantos, en los ejércitos que cubren de sangre las tierras de Europa. No luchaba por una causa, luchaba para no pensar, para no volver a un país donde nada me ataba. Fueron años de horrores, miserias y dolor. Pude morir pero no lo quiso así el destino y cuando regresé a España me encontré con que otros si lo habían hecho, mis buenos padres a los que yo cubrí de deshonor y la mujer por la que lo hice. Cruzar el país sin rumbo era un destino tan bueno como cualquier otro para mí. Hice algunos amigos, me dejé atrapar en ligeros amoríos y, aunque peligré más de una vez, sobreviví.








12 comentarios:

  1. Me he introducido de lleno en la historia, has hecho que camine a su lado y que batalle con él. Una vida triste, misera.... Ay, Mateo! Por su mala cabeza.
    Me pegué a las palabras desde la primera.
    Te felicito, mi querida Gondo.
    Abrazos.

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  2. ¿Nunca te hablé de "Andantes"? Mateo es uno de esos personajes que van creciendo y forman parte de la columna vertebral de la historia. Prometo que un día retomaré sus vidas, y desde ya te digo que, después de mil avatares, Mateo encuentra su lugar.
    Besos.

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  3. No conocía esta historia!! joder tía... yo no me explico como empiezas estos novelones y luego los dejas!! te voy a dar dos sopapos bien daos... ya verás como no dejas más estas grandes historias a medias!!
    No te dejo beso ni ná, estoy enfadada.

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    1. No te enojes (como diría el Chavo del Ocho), que prometo proseguir la historia de Andantes. Hoy sentí que los personajes me gritaban un: "Ya está bien... Queremos vivir en la mente de otros y no solo en la tuya, Gondo".

      Por cierto que en la historia aparecía una Gondolilla que, poco tenía que ver conmigo, ya que era... ¡¡¡MUDA!!! Jajajaja.

      Y yo sí te beso.

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  4. "No me gusta pensar que las cosas pudieron ser de otra forma, cuando ya han sucedido. Los años me han enseñado que la vida sorprende a cada paso, y la mía fue totalmente diferente a la que yo preveía"
    Cuanta razón tienes.
    Un gran texto aunque me he quedado con ganas de saber más.
    Un abrazo.

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    1. Prometo contar la historia.
      Es un relato muy especial para mí, porque fue mi primer fogonazo de novela. Lo vi todo, lo tengo todo dentro de mi cabeza y, por suerte, en su día escribí bastante así que ahora me toca pulir y... lanzar "Andantes" al mundo.
      Besos y gracias por tus palabras.

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  5. Mateo el trotamundos prefirió las aventuras a la seguridad de un futuro ¿prometedor?. Tu protagonista escogió lo que le dictó el corazón dejando de lado la razón.
    ¿Para cuando el próximo capítulo please?
    Un abrazo

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    1. Después de vuestra acogida no puedo menos que recuperar la historia y contaros de Mateo, Aldonza, Martín Luján, Alonso, Gondolilla y otros personajes.

      Besos y gracias por leerme.

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  6. Pues sabes qué te digo? Que te animes a publicarla. Por ejemplo, desde este blog tuyo, capítulo a capítulo. Yo tengo el honor de conocerla un poquito, y ahora me estoy acordando porque estoy inmerso en Don Quijote de la Mancha.
    Sea como sea, no abandones a tus personajes, te necesitan y seguro nos alegran a más de uno, nos entretienen y nos emocionan.
    besos

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    1. Gracias querido Luis.

      Los personajes están ahí, y quiero creer que ellos y yo hemos crecido y estamos preparados para contar la historia.

      Besos para el chico del sur de limpia mirada.

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  7. HOLA ÁNGELA
    TIENES QUE CONTINUAR LA HISTORIA, SE VE PROMETEDORA.
    LA VOCACIÓN ESTÁ Y HAY QUE SEGUIR SU DICTAMEN, ASÍ DICE GARCÍA MARQUEZ.
    UN BESITO

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    1. Gracias Luján.

      La historia está más o menos hilvanada, solo que hubo un momento en que no la sentí viva y la aparqué. Ahora los ganas de contarla han vuelto.
      Besos.

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