Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

jueves, 28 de marzo de 2013

Historia de un hada


Era un hada traviesa, menuda y pizpireta. Le gustaba flotar en el aire y dejar caer pequeños destellos de ilusión en la vida de los mortales.
Para ella, era reconfortante arrancar una sonrisa, un brillo en los ojos, poner un poquito de fantasía e ilusión…

Hubo un tiempo en el que sentimientos como el amor y el dolor fueron compañeros suyos; las pérdidas destruyeron pequeños mundos… Rota, buscó un refugio. Lo encontró en un mundo de fantasía donde lo improbable es posible, los sueños flotan en el aire y el dolor es ajeno.

Nuestra hada estaba contenta, reía, canturreaba… La vida era fácil en su mundo. Nada podía dañar su corazón, porque lo había perdido al dejar de ser humana.

Pasó el tiempo.

Una fría tarde de invierno, el hada se perdió. La oscuridad era grande y buscó alguna luz, descubriendo escondida en lo más frondoso del bosque una casita llena de luz. Atraída por los destellos y el calor de aquel lugar,  se deslizó dentro.

Flotando por el aire, recorrió aquel lugar diferente a cuanto conocía. Estudió las pinturas, curioseó extraños pergaminos, acarició hermosas estatuas…

Aquel lugar tan especial era el hogar de un poderoso mago, pero el hada no lo sabía. Enamorada de aquella paz y de aquella luz, decidió volver cada tarde y vivir unos momentos en medio de tanta belleza. Generosa dejó un mensaje al habitante de aquel lugar. Le ofrecía concederle un deseo diario si él le permitía visitar su refugio.

Cuando el mago leyó el mensaje sonrió. Él ya conocía a la pequeña hada y hacía tiempo que esperaba su visita. Aceptó el trato y así fueron pasando algunos días. El mago se divertía haciendo pequeñas peticiones que el hada, que se definía a sí misma como cumplidora, se apresuraba a hacer realidad.

Un día el mago dejó una nota al hada. Podían encontrarse al atardecer en la casita luminosa si ella quería. Ella, que además de traviesa era sumamente curiosa, aceptó. Aquel atardecer no entró en la casita a través de ninguna rendija; comedida y educada, llamó a la puerta y el mago le franqueó la entrada invitándola a pasar.

-¿Qué es ese sonido? –preguntó el hada.- Sé que no es rumor de fuentes, ni canto de aves… pero es tan hermoso como ellos.
-Música –respondió el mago.- La hacen los humanos.

-¿Los humanos?

-Sí, la raza humana es capaz de destruirse entre sí, pero también de crear música, poesía, belleza… Todo lo que te atrae de esta casa está hecho por humanos. ¿No lo recuerdas? Tú fuiste una de ellos.

El hada cerró los ojos. No quería recordar un tiempo lejano en el que el dolor había estado presente, pero aquella hermosa música y las palabras del mago habían abierto puertas… Lágrimas retenidas durante mucho tiempo se deslizaron por sus mejillas.

-No es malo llorar –le dijo el mago.- La vida es una búsqueda de la paz y la belleza en medio del dolor, el ruido, el miedo…

-Lo recuerdo… -dijo el hada.- Recuerdo un mundo que hacía daño. Yo abandoné ese mundo.

-Y al abandonarlo renunciaste a muchas cosas, pequeña. En la vida hay dolor y fealdad, pero todos podemos alcanzar la paz, el amor y la belleza. ¿Quieres seguir renunciando a la música, a las risas, a las caricias, a las miradas...? Aquí no sufres, pero estás sola, en el mundo de los humanos podrías encontrar las manos amigas que necesitas, compartir risas y llantos… En el mundo al que perteneces estarías viva, mientras que aquí tu existencia es producto de una fantasía que en cualquier momento puede dejar de ser.

-Tengo miedo –dijo el hada.

-No temas. Yo estoy aquí, un reducto de luz, de arte, de armonía, de paz… Siempre que me necesites me encontrarás y prometo acompañarte en tu camino si éste es duro y escabroso.

El hada dejó la varita mágica en el suelo y avanzó hacía el mago.

-Ayúdame –pidió.

-Puedes hacerlo –le dijo él y abrió una puerta secreta, casi escondida, al fondo de la cual se veían casas y se oían voces.- Ve allí. Regresa a tu mundo e intenta ser feliz. No renuncies a sentir, aunque a veces llegue el dolor. Tienes que vivir, y hacerlo sabiamente, buscando aquello que te haga mejor y más dichosa.

El hada cruzó la puerta.

Al otro lado, en un lugar del mundo real una mujer volvió a vivir.





Nota: Este texto fue escrito hace algunos años. Fue el primero de mi reconciliación con la escritura, y es posible que tenga algo de mágico porque me llevó a la "cocina de las palabras" donde un señor, supuestamente pelirrojo y nasiopahcrivi, destilaba poesía.








10 comentarios:

  1. Magia pura querida amiga, magia pura!! la historia es preciosa y leyéndola se descubre a esa mujer real que escogió volver a la vida. Sabio el mago. Me ha emocionado el cuento, como estoy tontorrona desde ayer jajajaja, estoy sensiblona uff.
    Por cierto, el hada cuando volvió a este mundo donde se sufre, pero donde se es tan feliz también, siguió pequeñita...
    ;)
    Besos.

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  2. Jajajaja
    Siguió pequeñita pero quiero creer que creció por dentro.
    Gracias por tus palabras, sureña de mi alma.

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  3. Muy bonita historia que te llena de positivismo. Por un momento me ha parecido ver el vaso medio lleno mientras la leia y eso es inusual en mi. Un abrazo Angela.

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    1. Si ha aflorado una sonrisa en tus labios a leer estas letras, hoy me sentiré hada.
      Gracias Rendan.

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  4. La he visto en su mundo de fantasía y la reconozco en el mundo real, sigue siendo mágica esa hada, porque su magía nace de dentro.
    Es un cuento tan real que ha conseguido emocionarme. Ay, mi querida hada Gondolilla.
    Un fuerte abrazo.

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  5. Querida Auroratris bien sabes que formas parte de mi mundo real y de mis vuelos, más o menos fantásticos con caídas en picado incluidas.
    Gracias por existir.

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  6. Tierno relato en el que describes una una decepción y una superación, en una atmósfera muy especial de fantasía.
    Tu pequeña hada, debe seguir siéndolo.
    Un abrazo Ángela

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    1. Gracias Clara.
      Creo que las hadas viven en esas sonrisas inesperadas que nos llegan, en palabras amables, en abrazos confortables, en guiños cómplices, en... miles de gestos que contribuyen a que la vida brille por más nubarrones grises que se empeñen en cubrirla.
      Besos.

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  7. ¡Tú sí que eres un hada! Pero tenemos la suerte de tenerte en este mundo con nosotros. El relato es maravilloso; a mí me ha hecho ver el día más luminoso.
    Un besico

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    1. Jajajaja
      Ya sabes que mi próxima incursión en el mundo de la fantasía pasa por los estantes de los supermercados.

      Besos alados.

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