Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

lunes, 25 de noviembre de 2013

Síndrome de Estocolmo

Han pasado varios meses y no olvida.

Intenta retomar su vida normal. Cada mañana abre los ojos a su realidad tranquila, fácil, arropada en la cama que comparte desde hace años con esa mujer buena cuyos ojos ahora lo miran llenos de preocupación y preguntas.

Respira en esa burbuja, que todos contribuyen a oxigenar, mientras se repite que no está solo.

Planifica, u otros lo hacen por él, su tiempo. Es cómodo seguir el trazo del camino seguro, confortable, jalonado de certezas…

Atrás queda aquel cuarto que encerraba un universo donde fue piel, ojos, boca, saliva, dientes… con la mujer protagonista cada cada noche del desasosiego de sus sueños.

Han pasado varios meses y no olvida que una tarde de verano lo encadenó a sus caderas, lo imantó a su piel y tatuó en su corazón una historia de amor prohibido.

Han pasado varios meses y no olvida,  por más que la realidad de una vida hecha reclamase su presencia aceptando pagar el rescate de la comprensión.

Han pasado varios meses y no olvida que, durante ese tiempo con ella, fue completamente él.



10 comentarios:

  1. Buffffffffff, llega, niña. Cuántos se sentirán así, tan identificados, habiendo visto que con esa persona son como realmente son y no interpretan.

    Muy bueno. Besotes.

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  2. Yo amenacé una vez a alguien con secuestrarlo y tratarlo sumamente bien; luego liberarlo y que el resto de su vida me añorase jajajaja.
    Tuvo suerte... mis instintos criminales solo son teóricos y noveleros. No lo hice jajajaa.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Cocinera de historias tal vez no, pero la reina de Tuperland sí. ¡Y no veas la de historias que me cuento entre cazuelas!

      Besos dama de mis mañanas y amiga de todos mis días.

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  4. El olvido es lo mejor que nos puede pasar.
    Uno se mira en el espejo, se recuerda... y dice que venga el olvido yaaaaaaaaaaa.

    Besos.

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    1. Una vez yo también quise olvidar. Lo pedía en todos los idiomas, luego pensé que también se perderían en la nada los momentos únicos de algo que para mí había sido especial.

      Besos.

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  5. "Han pasado varios meses y no olvida que una tarde de verano lo encadenó a sus caderas, lo imantó a su piel y tatuó en su corazón una historia de amor prohibido."
    ¡Ay por favor! que sensual. Me ha encantado, tocaya.

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    1. Gracias, Ángela.
      Así imaginé al protagonista de la historia, prisionero de una sensualidad que solo afloraba con la otra persona, y encarcelado en un vida rutinaria.

      Besos alados y libertarios.

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  6. Un sindrome de Estocolmo totalmente comprensible, un abrazo compañera.

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    1. Eso pienso, Rendan.
      El deseo es un magnífico secuestrador.

      Abrazos.

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