A los diecisiete estaba enamorada de Miguel; apoyaba la
cabeza en su espalda y abrazaba confiada su cintura mientras recorríamos las
calles en su vieja moto.
A los diecisiete escribía poemas en clase, los relojes iban
despacio y siempre había una canción cuya letra hacía mía.
A los diecisiete hablaba bajito desde el único teléfono de
mi casa, susurrando sin miedo ni vacilaciones los “te quiero”.
A los diecisiete no pensaba en mañanas ni ayeres, porque solo
existía el presente.
A los diecisiete, cuando el corazón se me paraba al verlo,
la vida me parecía tan fácil…
Hoy …
… No sé qué ha sido de él, y
la última vez que monté en moto casi tatúo la piel de mi acompañante
clavándole las uñas presa de pánico y al borde del infarto.
… Ya no escribo poemas y los relojes han pisado el
acelerador.
… Aprendí que “te quiero” puede tener distintos matices, y
también que querer no siempre es suficiente.
… Me invaden las añoranzas y me visitan las incertidumbres.
Pero si a los diecisiete
mi rostro adolescente no lució ni un grano, esta mañana afloraron de golpe
todos, multiplicados y descarados.
Y, aunque tienta volver a los diecisiete, los granos, la
piel y el alma ya no son los mismos.
Casi me haces llorar leyendo esto, snif, me has puesto nostálgica. Siempre consigues emocionarme y hacerme reír al mismo tiempo. Me encanta el final.
ResponderEliminarUn abrazo, "adultescente" querida
La de antes era yo, pero con la cuenta del blog de la biblioteca. ¡¡¡Me persigue el instituto!!!
ResponderEliminarToma ya, soy la primera en comentarte y no la última, con el texto recién publicado. Nunca me había sucedido tal cosa, siempre llego tarde y te escribo algo cuando han pasado varios días.
ResponderEliminarBesos
Todo un triplete, amiga mía.
EliminarSi tú multiplicas tus amables comentarios, permite que yo multiplique a mi vez mis abrazos.
Síiiii dándonos jabón, zalameras y limpias jajajaja.
Besos.
Yo no volvería a los diecisiete, pese a haber sido una etapa feliz, me quedo con mis 39, con mis vivencias y experiencia, eso sí, a veces esos diecisiete se apoderan de mí y hago alguna que otra trastada... jajajajaja
ResponderEliminarBesos querida amiga.
Mis diecisiete están lejos, aunque aún afloran alguna vez (no solo en estos granos despistados). Y es hermoso sentir que aún te emocionas, te equivocas, y sigues ilusionándote en el camino de la vida.
EliminarBesos para la diosa del sur (¿recuerdas quién te dijo eso? jajaja).
Uno tiene que saber convivir consigo mismo, estar orgulloso de las cosas que ha hecho, de quien es ahora y de en quien se convertirá. Cada etapa de la vida tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, el hecho es que no podemos elegir en que etapa quedarnos. Un abrazo compañera.
ResponderEliminarCoincido contigo. Hace poco nuestra amiga Auroratris se preguntaba qué pensaría de ella la niña que fue. Quiero creer que mi niña, mi adolescente, mis yos... aún se reconocen, pese a los granos, y esas marcas invisibles que deja la vida.
EliminarAbrazos querido Rendan.
Mis diecisiete..., estaba como una cabra!! Ahora solo me quedan alas en la mente y plomo en los pies, ufff, cómo se come eso??? Me encanta como sacas lo positivo de cada situación negativa, ya veo que vas mejorando, sigue así mi Gondi.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya has visto que los granos huyen de mí. He decidido ser mala anfitriona de los mismos.
EliminarEn cambio ya sabes... hay pendiente comida en mi casa con tarta de tres chocolates y una de esas tertulias locas que tanto bien nos hacen.
Besos recubiertos de cacao.
La diferencia entre los 17 y ahora es que los "te quieros" del presente son "te quiero ahora, en este momento, mañana ya veremos".
ResponderEliminarCuídate esa alergia, nena.
Besos
¿Te imaginas como serán los "te quiero" a los 71? Deben ser intensos, entregados, apurando la copa de la vida...
EliminarBesos con labios ya casi de persona.