Os voy a contar un secreto: Las
hadas no saben que lo son, porque no existen hasta que alguien cree en ellas.
Esta es la historia de un hada
que no sabía que lo era, un rey desconocido y un reino en las montañas.
Perdido entre las montañas había
un lugar especial, un reino remoto que pocos conocían. En realidad, no lo
conocía nadie, solo el único habitante y rey del lugar. A él le gustaba la
soledad de su entorno. Encontraba algo parecido a la paz recorriendo sus amadas
montañas mientras gritaba al viento cuanto le pasaba por la mente. Al
anochecer regresaba a la morada de piedra que constituía su castillo. En invierno encendía un buen fuego y el crepitar de las llamas acompañaba su
silencio. En verano contemplaba las estrellas sin ponerles nombre ni buscar
respuestas; simplemente las miraba, sintiéndose pequeño y grande a la vez.
El rey, amante de la calma y la
independencia, había aprendido a vivir sin anhelar compañía,
aunque su corazón generoso jamás negaba cobijo a quienes llamaban a su puerta.
Y eso fue lo que pasó... Ella llegó una noche y preguntó si podía descansar un rato. El rey señaló
una silla junto al fuego, y la mujer tomó asiento. Por experiencia, él sabía
que había caminantes a los que les gustaba hablar después de largas jornadas a solas. Aquella criatura pertenecía a ese grupo, y parloteó de mil
cosas, mientras el rey hacía acopio de toda su real paciencia para no pedirle
que se callase de una vez.
Quizás lo habría hecho sino
hubiese sido por un quiebro en la voz, seguido de un silencio. Las palabras
habían cesado y lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas. El rey la contempló sin saber qué
decir para consolarla, pues desconocía la causa de su pena. Fue entonces cuando una luz diferente la iluminó, y
comprendió que era un hada. Ahí radicaba el problema. Las mujeres-hadas no
pueden vivir las vidas cotidianas que creen corresponderles. Las alas, que crecen hacia dentro, hieren, y el corazón bombea demasiado rápido las mil emociones
que perciben a cada momento.
-
Eres un hada –afirmó el rey.
-
¿Yo? Te equivocas, solo soy una mujer –dijo ella.-
¿Acaso tu eres un rey?
-
Lo soy.
- ¿Y cuál es tu reino? –preguntó repentinamente
interesada (porque amigos míos, las hadas son terriblemente curiosas e
inquisitivas).
-
Este que ves.
Ella miró aquel lugar austero y tranquilo donde se respiraba placidez. Sonriendo, dijo:
Ella miró aquel lugar austero y tranquilo donde se respiraba placidez. Sonriendo, dijo:
- Me gusta tu reino. ¿Puedo visitarte alguna vez?
-
Siempre que lo desees.
Volvió. Le gustaba hablar con el rey, que insistía en llamarla hada. Descubrió que no había perdido la risa, y la unió a la de él. Una noche le hizo una petición.
-
¿Me das la plaza de hada oficial del reino?
El rey se levantó y buscó un
papel donde hizo constar su nombramiento como hada protectora del lugar. Cuando se lo entregó,
ella lo rompió sin leerlo y las palabras volaron como mariposas blancas.
-
No necesito documentos, rey. Para ser tu hada solo es preciso que desees que lo sea.
-
Lo deseo.
Se miraron. Ella no tenía
alas ni luz alrededor de su cuerpo y él no tenía corona ni ornamentos; pero eran aquello que el uno veía en el otro, reales dentro de la fantasía compartida.
Dicen que los cuentos de hadas no
existen, pero yo acabo de contaros uno.
Dicen que los reinos perdidos, donde uno se siente libre y feliz, son utópicos, pero todos deseamos y necesitamos alguna vez creer en ellos.
Dicen que los reinos perdidos, donde uno se siente libre y feliz, son utópicos, pero todos deseamos y necesitamos alguna vez creer en ellos.
Y os aseguro que, perdido en las montañas, hay un reino con un castillo, un rey y un hada.
Un cuento muy tierno. Sé que existe ese reino, y que esa plaza todavía está libre, mi querida hada Gondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese reino existe.
ResponderEliminarTodo existe si eres capaz de imaginarlo.
Besos.
Sin palabras!! qué preciosidad, con tu permiso lo comparto en mi face!! Besos querida mía... me has emocionao.
ResponderEliminarBesotes, Maite.
EliminarComparte cuanto quieras, y gracias por hacerlo.
Más besos.
Que bonito Gondo. Que bueno este rey sin ornamentos y esa hada sin alas. Hay mucha metáfora por aquí..., un besazo.
ResponderEliminarLas metáforas son palabras vestidas de imaginación.
EliminarDa gusto soñar ¿no crees? Pronunciar el "érase una vez" y que todo pueda suceder.
Besos tocaya encantadora.
Yo veo muchos reinos de desgraciados y desgraciadas.
ResponderEliminarBesos.
No me fastidies el banquete con perdices y felices, Toro jajaja ja.
EliminarA veces... hay que soñar.
Besos.
Es precioso, tiene conceptos que me encantan: la soledad, que no se parece a la paz, es la paz; la bondad, cuándo son pocos o nadie que te rodean es fácil ser bueno. “Lejos del mundanal” siempre se respira placidez.
ResponderEliminarMuchas gracias Mersault.
EliminarEl texto fue escrito como un recordatorio a los niños que fuimos y que, al conjuro de "érase una vez..." imaginábamos tanto.
Saludos.
Un bonito cuento de hadas sin alas y reyes sin riquezas aunque no estoy muy seguro de esta ultima parte. Un abrazo compañera.
ResponderEliminarLos cuentos son sueños atrapados en palabras, por eso nos atraen tanto.
EliminarAbrazos.
Estoy pensando lo bonito que debe ser contar un cuento de hadas propio a un hij@ o niet@...
ResponderEliminarLindo, Angelaza. Besos
¡Qué familiar y entrañable te veo Luis!
EliminarInventé muchos cuentos para mis hijos, pero ninguno de hadas. Mi favorito era el de la oveja negra. Un día os lo contaré.
Besos.
Haikú del hada
ResponderEliminarHada sin alas
ninfa traviesa y feroz
yo, Rey sin corona.
Llueven palabras,
ResponderEliminarrocío de emociones.
Un universo en Existiamo.
Besos siempre, Rey.
--- y un ogro, generalmente, con traje y corbata.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Ogros hay... Yo conocí a uno con traje, corbata, dos barrigas y... PELIRROJO.
EliminarVade retro!!!!
Abrazos.
Yo sí creo en las hadas. Algunas tienen nombre de barca pequeña que va por los canales de Venecia.
ResponderEliminarPrecioso!
Gracias.
EliminarEres única.
Besos.
Cuanto me alegra reencontrarte, Gondo. Me ha encantado el cuento, por supuesto, sigues con ese pulso firme y delicado con el que domas las palabras (magia, se llama:)) Un abrazo en la distancia,Angela.
ResponderEliminarLa leche, no me había fijado en la fecha...bueno, da igual, si lo lees, mejor :)
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