No sé si tengo una especie de
impronta celular que, coincidiendo con el final del verano y el comienzo de otoño, me empuja a
acciones domésticas. Es como si yo fuese un ave que prepara su nido para pasar
el invierno.
Pero haga lo que haga, una de mis
constantes es tener algún libro (o varios) en danza.
Y para muestra, ahí van mi
lecturas agosteñas:
La señorita Dashwood (Elizabeth Taylor), auténtica novela
soporífera, estuvo conmigo muchas noches
estivales. Tiene 250 páginas y no fui capaz de leer más de 10 seguidas sin
quedarme frita. Alguien dijo de la autora que era la nueva Jane Austen. ¡Ay qué
ver cómo mienten los editores! Pero, extrayendo lo positivo – como aconsejarían los
gurús sicomprasmislibrosymehacescasoserás
feliz- es una novela recomendable para los insomnes. Mano de santo, oigan.
A otra princesa con ese cuento (Noe Martínez) fue el primer libro
que leí en mi recién adquirido ebook. Por suerte me salió gratis. Esta mujer
escribe y no cuenta nada, pero eso no es malo, lo peor es que pretende ser
graciosa, y como procede de la tele emplea los truquillos baratos de los
guionistas de baja estofa. La historia es una tontería que va de tres amigas bastante
pedorras: una maciza que pegó un braguetazo pero quiere de verdad a su maduro
marido, una uróloga que se lía con un médico joven que hace el MIR con ella (se
nota que la tal Noe veía Urgencias y Anatomía de Grey) y otra que se llama Filo
y es la metepatas gorda (típico
personaje supuestamente cómico de serie mala) que al final también encuentra un
apaño.
Por supuesto… ¡¡¡ lo borré !!!
Un asesinato literario
(Batya Gur) fue mi oportunidad de leer a
esta escritora. A menudo me tentaba comprar alguno de sus libros, pero
los publicaba Siruela y la editorial del hijo intelectual de la duquesa de Alba
es cara y nunca terminaba de decidirme. Mucho me alegré de mi prudencia cuando
fui leyendo la historia, que no estaba mal pero resultaba previsible. Descubrí
antes al asesino y el móvil que qué personajes eran femeninos o masculinos, no porque la autora
fuera ambigua al respecto sino por los nombres hebreos; por suerte el atractivo
y culto policía (estereotipo de novela negra) se llamaba Michael.
Tengo claro que no compraré los
libros de esta escritora (además la pobre no se beneficiaría de ello porque
murió), pero como los tengo descargados, posiblemente el tal Michael vuelva a
acompañarme en algún otro momento.
Curvas peligrosas (Susana
Hernández) fue el resultado de mi primera descarga de libros. Me hizo gracia el
título y me dije… venga. Os pongo de qué va: un asesino que parece un serial
killer pero luego no lo es, una policía lesbiana con problemas amorosos, una
abogada lesbiana que le tira los tejos, otra policía hetero, divorciada,
cruzando la barrera de los cuarenta sin amor y con una hija problemática.
La palabra que mejor le va a esta
novela es olvidable. De hecho la borré, y he tenido que buscar en google el
nombre de la autora para ponerla a parir por aquí.
La tienda y la vida ( Isabel
Sucunza) es el libro de una bloguera, pero por hacer la contra lo compré en
papel las navidades pasadas. La verdad es que disfruté leyéndolo, porque es
fresco y aporta reflexiones inteligentes (al menos a mí me lo parecieron). Me
acompañó un fin de semana de agosto, de fiestas locales, idas y venidas de
hijos, y logró disipar esa estúpida añoranza que aún me visita.
Otra vez domingo (Francisco
García Pavón) llegó a mis estantes en primavera cuando decidí saldar una deuda
pendiente con mi paisano y leer al sencillo y nada simple guardia civil Plinio. Este libro en concreto, es
divertido, inteligente, crítico… Se lee con una sonrisa perenne y las neuronas
bailan felices con las imágenes y reflexiones que el autor, en boca de los
personajes, nos deja. Voy a buscar el sombrero que me compré en la playa para
evitar las pecas y me lo quito y hago una reverencia (en serio).
El arte de besar en la boca (Kristin Harmel) era una apuesta segura
para leer en el tren. No me defraudó porque lo descargué intuyéndolo malo.
Chica abandonada por el novio, pierde empleo, pero (la suertuda) tiene una
amiga que vive en París y la invita a ir a verla (la prota vive en los Estados
Juntitos, en Texas o en un sitio así). En París tiene un éxito increíble con
los hombres y además encuentra un trabajo estupendo. Luego todo se lía y vuelve a los USA, pero al final la
historia termina bien y como la besan varias veces se queda con el que mejor lo
hace.
Lo borré sin el menor
remordimiento.
Y entonces sucedió algo maravilloso
(Sonia Laredo) lo empecé a leer en la estación de ferrocarril de Ávila.
Lo maravilloso fue que el tren llegó puntual, y lo bien que lo pasamos durante
el viaje. El libro no es nada del otro mundo. Una historia corrientucha de
mujer inteligente que deja su vida y encuentra un lugar la mar de bucólico
habitado por gentes buenísimas. En aquel remoto lugar conoce a un hombre que la
pone mirando a Cuenca cada vez que la ve y la deja embarazada. Hay frecuentes
referencias literarias, pero la mayoría resultan forzadas. Y como la escritora
quiere que sepamos que sabe mucho nos mete una mujer loca en plan Jane Eyre,
pero sin el encanto de la
Brontë.
Lo voy a borrar, porque por
suerte éste también lo descargué.
La señorita Milverton (Anne
Hocking) lo bajé muy ilusionada porque imaginé una historia entre policíaca y
humorística. Sonreí algo (poco) y descubrí enseguida la razón por la que morían los sobrinos de la señorita M. y quién
los envenenaba. No sé si es la traducción o la época en que fue escrita , pero
la novela es ñoñeta. Pero, como es cierto que de casi todos los libros se
aprende, ahora sé que no es conveniente que beba vino de ruibarbo, principalmente porque intuyo que debe estar
asqueroso (ya hice la prueba con el de cereza) y en la novela los que lo bebían
solían palmarla enseguida y con mucho sufrir por no sé que ácido que les
echaban en las copas.
Creo que lo voy a borrar.
Las manos más hermosas de Delhi
(Mikael Bergstrand) lo compré un día que iba al médico y me metí en el
Corte Inglés a hacer tiempo. Así descubrí una historia tierna, cercana, optimista
y llena de vida.
Se lo he recomendado a todos mis
amigos, y pienso prestarlo a las personas que aman tanto los libros, que los
cuidan y devuelven.
Ahora ando leyendo La vida y la muerte me están desgastando
de Mo Yan, y eso sí es LITERATURA.
Ángela, leer es una excelente forma de recreación. Yo no podría cambiarla por una fiesta, o un viaje a las tiendas.
ResponderEliminarAmeno post. Lo disfrute.
Saludos.
Gracias por comentar, Beatriz.
EliminarComo tú, disfruto de la lectura de tal forma que no concibo mis días sin un libro cerca.
Saludos.
Al final va a resultar que los libros también son como una caja de bombones, nunca sabes si el que eliges te va a gustar. Fuera como fuese, qué suerte poder elegir si conservar ese libro o deshacerte de él. Mi lista es más escueta y sí, he disfrutado con mis lecturas veraniegas, en parte gracias a ti.
ResponderEliminarUn besazo amiga mía, y a seguir destapando bombones, digo leyendo ¿en qué estaré pensando???
Pensando en chocolates, eh...
EliminarY leyendo, viviendo, aprendiendo, sintiendo...
Y, lo mejor, cerquita de mí, amiga querida.
Tomo buena nota de tus sugerencias.
ResponderEliminarTe recomiendo INTEMPERIE de Jesús Carrasco (Seix Barral).
Saludos !
Tengo Intemperie (en libro con lomos, hojas y letras negras en fondo blanco). Es una de mis lecturas pendientes para septiembre, junto con Conversaciones con Oscar Wilde, el de Mo Yan y el último de Andrea Camilleri. Éstas son mis apuestas seguras, luego me arriesgaré con algún otro, porque a veces me sorprendo gratamente.
EliminarAbrazos querido Funámbulus.
Mira que leo sin parar y no he leído ninguno de esos.
ResponderEliminarTan diferentes somos?
Los dos somos animales de letras, Toro, eso seguro.
EliminarAbrazos.
Con esta entrada comienza una carrera fulgurante como crítica literaria que seguiré con devoción, más que los suplementos Babelia y Ababol. En tu debut esbozando lecturas, Gondo, demuestras un talento que va más allá de la ficción literaria. Tú haces tu particular reverencia a García Pavón y yo la hago ante TI.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando les digo a mis hijos que son guapísimos replican: "Lo dices porque eres nuestra madre".
EliminarTú eres mi amiga y el cariño te puede.
Una cosa... mis hijos, bien lo sabes, son guapísimos (y que le den a la objetividad que soy madre subjetiva).
Abrazos.
Ángela, cuánto lees! Ya sabía de tu apetito voraz. Yo no soy capaz de indagar tanto en escritores, sólo apunto a clásicos, y llevo ya meses aventurado por tierras manchegas con el de la triste figura.
ResponderEliminarSalud!! y besos.
Te confieso que tengo pendiente al más ilustre de los manchegos. Lo intento, pero cuando termina la aventura de Sierra Morena se me atragantan las aventuras del hidalgo.
EliminarEs cierto que me gusta leer. Como todos los solitarios, en los libros encuentro mundos y personajes que me acompañan, aunque intento no perder la brújula que indica que la vida no es solo un universo de 28 signos.
Besos chico del sur.
Ya sé a quién preguntarle para que me aconseje qué libros comprar para mi curro...jaja.
ResponderEliminarJoer, no has parado!
Besazos, literata!
Jajaja
ResponderEliminarTampoco leí grandes obras de la literatura universal, más bien alguna infamia universalmente banal, pero ya sabes que opino que todo tiene su momento, y las calificadas letras fáciles cumplen un papel.
Besos, hoy letras, pero pronto reales.
http://www.youtube.com/watch?v=SMFyGwiG1hk
ResponderEliminarGracias amigo anónimo.
ResponderEliminarNo conocía este vídeo, y veo que has tenido a bien ponerme un cantor pelirrojo en una de las ventanillas centrales.
Saludos.