Era lunes, por eso Blanca estaba allí. Todos los lunes, miércoles y jueves, desde hacia dos meses, llamaba al timbre de aquella puerta. Y todos los lunes, miércoles y jueves, él la abría, sin sonrisa en los labios, pero con fuego en los ojos.
Ella no dejaba de preguntarse el resto de la semana por qué iba a verlo. Se recriminaba por ello. Se prometía no volver, pero cada lunes, miércoles y jueves, acudía puntual a aquella cita, extraña y adictiva, que durante dos horas la convertía en otra.
Esa era la respuesta, se decía Blanca. Aquella tarde de octubre, cuando quedó atrapada durante cuatro horas en el ascensor con un desconocido, salió a la superficie una mujer desconocida que ella ignoraba. Recordaba la sensación de claustrofobia, el calor, el miedo al encierro. Un sábado por la tarde, un edificio semivacío, y aquel hombre. Ella había intentado entablar una conversación que él abortó con monosílabos. Luego vino el silencio, el desasosiego, la sensación casi física de aquella mirada que la recorría. ¿Cómo se encontró atrapada en un abrazo intenso envuelta en espirales de deseo y la condujo a un placer que nunca había imaginado? Tal vez fue la angustia, que comenzaba a sentir y se escapó en el sollozo que él atrapó con sus labios. Emergió otra mujer con las primeras caricias. Una hecha de fuego y de miel, con los sentidos despiertos, y un cuerpo palpitante ávido de darse y dar. Más tarde, buscaría en los ojos del desconocido la pista a seguir. Encontró una mirada oscura, cerrada y ajena; pero recogió la tarjeta sin nombre, donde sólo figuraba una dirección, que él le entregó al decirle:
- Te espero el lunes, a las cinco de la tarde.
Pensó no ir. Ella no era mujer de aventuras, y menos como aquella, una historia de sexo sin más. Pero después de dos noches de insomnio y dudas, el lunes llamó a aquella puerta, y abrió su cuerpo.
Al principio intentó saber de aquel hombre, quiso conocerlo y que la conociese.
- No me interesa –fue cuanto dijo él.
Y así comenzó aquella relación sin más palabras que un saludo, alguna frase suelta, y el intercambio de dos nombres.
Aquel último lunes cuando se abrazaron al encontrarse, ella percibió algo nuevo. Un gesto leve y tierno, la suavidad del roce de sus manos en el pelo y en la cara, la sonrisa que afloró en aquella boca que ella tan bien conocía, o la dulce presión con que abrazaba su cintura. Después de las caricias, los besos, la pasión, y la locura de un vuelo sin otro destino que dejar de ser y flotar, él comenzó a hablar. Al nombre, siguió el comienzo de una historia, y comenzó a asomar el hombre. Pero ella cerró los oídos, y acalló los labios. No quería conocerlo, porque ya no esperaba amarlo.
Un relato donde se la fantasía se pone de manifiesto en una relación sin compromiso, ni responsabilidades, donde el anonimato forma parte del juego.
ResponderEliminarMuy buen guión para una película, y muy bien contado
Ángela.
Abrazos
Como idea para un guión no está mal, para la vida es otra cosa... Los sentimientos son la sal y pimienta de la existencia.
ResponderEliminarBesos.
Todo da vueltas, cuando algo es algo, puede ser lo contrario y viceversa.
ResponderEliminarDesde aquí te abrazo, Jane.
Besos
Gracias por el abrazo y por el comentario.
EliminarAyer precisamente un amigo comentaba como la vida cambía en una fracción de segundo. Por eso, como canta Serrat, "solo vale la pena vivir para vivir".
Besos chico del sur.
Buenísimo este relato. Hecho de menos tus historias enrevesadas en la que los personajes intercambian papeles, se descubren unos a otros y se desnudan emocionalmente.
ResponderEliminarMuy Gondo.
Besazos.
Gracias Analogías.
EliminarTe adelanto que me he puesto las pilas y estoy escribiendo en serio. La parte masculina me cuesta; pero el otro día en el teatro me sorprendí testosterónica comentando con Auroratris que la actriz tenía buen culo jajaja. Claro que luego salió un hombre con barriga y me embelesé toda.
Besos.
Jajajajajajajajajajaj me parto con la gondo y sus hombres con barrigas jajajajajaja..
EliminarAprovecha para dejar aquí mi comentario a esta historia que por poco se me escapa. Es una maravilla de relato, te adentra en esa incertidumbre y curiosidad de los personajes, sobre todo él, canalla, que es de los míos jajajajaja de esos enígmáticos y raros saboríos ya lo sabes. Sueño con una historia así fíjate, el final me importa tres pitos^, pero qué interesanteeeeee!!!
Me ha encantao...
Tú ríete, un día iré a verte con mi hombre BCC y lo entenderás todo jajaja.
EliminarMe alegro que este hombre (del tipo malaje, de los tuyos) te haya gustado. Además lo imaginé sin barriga, pa que veas jajaja.
Besos sureña mía.
Muy bueno tu relato, has trenzado una historia que me ha tenido atrapada en todo momento. Qué tarde llegan las palabras, a veces!!!!
ResponderEliminarUn abrazo, amiga mía.
A veces también hay demasiadas palabras.
EliminarMi madre decía que "obras son amores y no buenas razones". Procuremos tenerlo presente.
Besos
La mujer pasa de ser una muñeca a tomar las riendas, buen final. Un abrazo Angela.
ResponderEliminarImaginé un dejarse llevar por una situación no exenta de morbo, pero en la que ella busca algo más. Al no encontrarlo y decidir seguir con lo que él ofrece, la mujer guarda aquellos sentimientos que ya no compartirá con él.
EliminarAbrazos Rendan.
Tu relato me lleva inevitablemente a rememorar la película de L.Buñuel, de cómo las fantasías eróticas llevadas a la realidad mediante el deseo y la pasión pueden transformar al individuo y su voluntad traspasando muros aparentemente infranqueables.
ResponderEliminarBesos,
Gracias Funámbulus.
EliminarConfieso que no he visto la película de Buñuel, pero siempre me atrapó un fotograma de la misma, la mirada de Catherine Deneuve aparentemente serena y llena de abismos insondables.
Besos.