Como diría un viejo amigo, han pasado algunas lunas y se asoma a la puerta el mes de septiembre que trae consigo la vuelta al trabajo, el abrazo a una rutina añorada, e incluso un año más.
Quisiera poder decir que me descubro más serena, más sabia, más fuerte; pero sé que bajo unas aguas en calma dormita un tsunami emocional.
Jane avanza sin dejar de buscar referencias que le sirvan de refugio si el peligro acecha.
¿Debería tener miedo? Posiblemente. Pero perdió, entre certezas e ilusiones, más de una cobardía, y aprendió a mitigar el frío que le congelaba el alma.
Años a la sombra de la presencia de otros, le dieron el coraje del superviviente. Sabe qué y quién no es. Camina, deteniendo sus pasos cuando la vida reclama una pausa. No hay prisa.
Todo. Nada. Algo. Quizás. Jane busca las palabras que den nombre a las sensaciones que palpitan en sus venas. Y se abraza, envuelta en la única necesidad de sentir que empieza a ser.
María ama las palabras, particularmente las palabras de amor. Paladea los versos, que ofrecen ramilletes de palabras hermosas. Bebe las canciones que hablan de sentimientos. Vive las historias que otros narran.
Es tal su pasión por las palabras de amor, que llegó a enamorarse de las palabras de un hombre. Ella le dió forma, y lo colmó de sueños revestidos de palabras.
Transformados en palabras, los abrazos apenas caldean y los besos son asépticos y lejanos. Ella recorre frases donde los latidos del corazón son acentuados por una tilde, y en las cuales las dudas se encierran en perfectas interrogantes. Como compensación, las lágrimas no saben a sal, y la erre final del dolor apenas roza suavemente el alma.
Siempre palabras; bellas, tiernas, perfectas, inodoras, incoloras e insaboras...
A salvo, en el reino de las palabras, María las ama tanto como teme a los gestos.
Y yo, la reina de las dudas, con mi equipaje de fríos, desaliento y huidas, sigo jugando la partida que el destino me reta a ganar.
Bien! Vuelvo a leer algo nuevo tuyo, o eso creo. Me han gustado estas palabras, las he disfrutado.
ResponderEliminarLlegó septiembre, colmado de tiempo y justo en el momento adecuado... más o menos.
Besos, Ángela
Gracia Luis.
EliminarYa sabes que fui fundadora del club de los escritores vagos. Si bien meterme en el bloque de escritores es una vanidad exagerada, como vaga redomada no hay mucha gente que pueda hacerme sombra jajaja. Pero escribir me llena, me apetece a menudo y, de alguna manera, para mí es un punto de referencia en este camino que llamamos vida.
Besos de este a oeste.
Jane, María, tú... todas sois divinas.
ResponderEliminarLlegó septiembre sí, y en ese mes nació un hada.
Besos.
¡Cuánto me quieres!
EliminarNo sé si un hada, pero yo sí nací en septiembre, pura libra en busca de un equilibrio imposible que, sin embargo, a veces durante una fracción de tiempo parece darse.
Espero contar contigo para ese cumpleaños, como sé que cuento contigo siempre.
Besos diosa del sur.
Septiembre traerá normalidad, rutina e incluso un año más. Mi querida Jane, no desanimes. Tal vez traiga sorpresas y palabras de amor. Mientras tanto dejo aquí mis palabras de amistad. Me entristece un poco este texto, pero admito que es muy bueno. Te quiero, rubia!
ResponderEliminar¡Ay Ana del alma mía, otro septiembre...!
EliminarTengo una relación amor-odio con este mes, tan triste y dulce a la vez, que tanto me evoca.
Es bueno saber que estás ahí para compartirlo.
Besos casi al ladito de tu casa.
Qué tendrá septiembre que nos hace reflexionar tanto. Deberíamos celebrar el fin del año el día 31 de agosto.
EliminarMe pasa como a ti (una vez más): tengo sentimientos encontrados con este dichoso mes que parece que es el más difícil de todo el año pero que al mismo tiempo renueva.
Me gusta leerte, ya sabes. Espero que este septiembre sea el gran impulso para tu blog.